El ascendente tenista marplatense dialogó con LA CAPITAL días después de los dos títulos conseguidos en una semana.
Por Marcelo Solari
El panorama era inmejorable. Había ganado dos torneos seguidos (los Challengers de Corrientes y Buenos Aires) y su nombre estaba apareciendo repetidamente en los titulares de casi todos los medios de comunicación. Claro que la exigencia de tantos partidos generó una sobrecarga y el precio a pagar llegó en el Challenger de Cali.
Ni siquiera pudo terminar su partido de primer ronda. La tendinitis en ambas muñecas le provocó un dolor insostenible para seguir jugando y entonces tuvo que cambiar de planes sobre la marcha y regresar al país para tomar impulso y volver a empezar.
En fin, nada nuevo para la carrera del tenista marplatense Francisco Comesaña, quien ya ha pasado por otras complicaciones. Se sabe, las lesiones son parte de la vida del deportista y allí está el pibe de Punta Mogotes, en su nueva vida en Córdoba, en plena rehabilitación y pensando en el futuro inmediato.
“Tengo tendinitis en las dos muñecas. Venía con una sobrecarga pero no quería parar. Me seguía molestando y en Cali tenía mucho dolor. Aguanté todo lo que pude, pensando que por ahí podía rescatar el partido. Pero no pude seguir. Me hicieron una resonancia y el diagnóstico confirmó la tendinitis, así que me di de bajar en Bogotá y pegué la vuelta”, le dijo a Comesaña a LA CAPITAL.
El marplatense tendrá para una semana más de tratamiento kinesiológico antes de poder volver a entrenar, con dos objetivos en el horizonte: uno deportivo y el otro, podría decirse que burocrático.
El primero depende de la evolución de la tendinitis y apunta a poder jugar los Challengers de Lima (empieza el 8 de agosto) y Quito (a partir del 15 de agosto), ambos sobre polvo de ladrillo.
El segundo tiene que ver con un trámite administrativo y no depende en absoluto del jugador. Sucede que Comesaña hace varios meses que presentó el trámite para solicitar la visa de ingreso a Estados Unidos. Le programaron un turno para el 3 de octubre. Hasta allí, todo normal. Pero sucede que su carrera dio un vuelco sustancial y por su posición actual en el ranking mundial de la ATP (la semana pasada llegó al puesto 198°, ahora está 204°), está habilitado para jugar la “qualy” para el US Open, el último Grand Slam de la temporada, a iniciarse el 29 de agosto.
Es obvio que se trata de una cuestión que excede al jugador, no obstante lo cual ya se iniciaron las presentaciones pertinentes ante la Embajada estadounidense para solicitar el adelantamiento del turno. Eso solo será posible con las correspondientes notas de la ATP y de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) y con la intervención de la Secretaría de Deportes de la Nación, al margen de la participación de una gestora. Todos los contactos son válidos para poder agilizar el trámite, ya que se trata de una oportunidad crucial y no sería oportuno que no pudiera capitalizarla por una cuestión de papeleo.
Al margen de esta encrucijada documental, el presente de Comesaña es magnífico. Hace 14 meses navegaba por el puesto 770° y la luz al final del túnel apenas se distinguía. Y aunque acaso el despegue se haya hecho esperar -por diversos motivos- en el último año todo pasó muy rápido.
“La verdad es que para mí es una locura estar jugando Challengers con continuidad hace tan poco y ya haber conseguido dos títulos. Con Facundo (Argüello, su entrenador), estamos muy contentos. Estamos trabajando mucho, cumpliendo objetivos pero no nos privamos de pensar en apuntar cada día un poco más alto”, explica Comesaña.
Y sobre las razones de este presente, argumentó: “Más allá de esta actualidad con las muñecas, mental y físicamente me siento muy bien. Entro a la cancha y sé que puedo jugar un buen rato sin problemas, y que puedo aguantar puntos largos sin perder consistencia. Ya estaba jugando bien en marzo o abril, pero sin tantos resultados. Cuando empezás a ganar partidos, la confianza aumento y tu tenis va mejorando solo. Seguí compitiendo, ganando partidos, llegué con confianza y pude ganar los dos Challengerse en el país”.
Y agregó: “Creo que pude ir mejorando mi agresividad, algo que veníamos entrenando con Facu. En Corrientes me sentí muy bien desde la primera ronda. Y en Buenos Aires, estaba como en modo automático, veía las cosas muy claras. Creo que fue mi mejor torneo por la forma en que jugué y por cómo dominé, sobre todo a (Felipe) Meligeni y a (Mariano) Navone, en la final”.
Y sí, Comesaña está donde imaginó y soñó desde pequeño. Nada parece distraerlo de sus metas por seguir creciendo. Ni siquiera un inoportuno trámite burocrático.